Truchicultura Monterrey del estado Mérida (III)
Por: Miguel A. Jaimes N. – M sc. Ciencias
Martes, 27/10/2009 09:43 PM
La suerte estaba escrita en los destinos que le esperaban a los bellos espacios que conforman la Truchicultura de Monterrey en el paramo de El Valle merideño.
Es allí donde entra un nuevo actor, un médico de nombre Isidro Rodríguez, quien a partir de finales de los años ochenta, ya casi en los noventa, convence a quienes el Estado les había encomendado la responsabilidad para desarrollar el rubro trucha.
A lo que cada de los propietarios caen entrampados, quienes le vendan cada uno su parte, aparte de esto, convirtiendo las 300 hectáreas iníciales de los años sesenta, solo en unas 30 hectáreas.
Ahora, ¿Dónde quedaron las 270 hectáreas faltantes, quienes se las quedaron? Esta no es la forma de hacer país, en el cual unos pocos esconden oscuros negocios, para después muy fácil insultar al gobierno señalándolo que este los quiere expropiar, cuando han sido ellos los saqueadores de los recursos de la nación. Verdaderos piratas y corsarios haciendo botín con los recursos que con tanta dificultad logra construir el Estado.
Isidro Rodríguez, nuevo empresario comienza su historia; empieza a alimentar las truchas existentes, las vende y con esto le paga a cada uno cinco millones de los viejos, para que saldaran sus deudas con el ICAP, pero la opulencia no queda allí, y hasta parte del bosque le es vendido a este caballero.
El padre de Isidro es un señor caraqueño, José Antonio Rodríguez, dueño del transporte América Rodríguez, propietario en El Junquito de las famosas, Lámparas Chelys, mas unos cuantos locales comerciales en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco (CCCT).
Es entonces cuando el “pedigrí” de este señor empieza a ejercer su influencia, y como era un experto jugador del domino, siendo sus compañeros de juego los ex presidentes Rafael Caldera y Jaime Lusinchi, no dudo en plantearles a cada uno, la conformación de la “Asociación de Productores de Trucha de Venezuela”, de la cual su hijo Isidro sería el presidente, y como en este país ha existido el maleficio que entre uno y otro presidente se pagan y se dan el vuelto, con la fulana asociación se hicieron dueños de la Truchicultura Monterrey.
Y unas instalaciones concebidas, planificadas para producir cuatro toneladas por cada tanque, con una capacidad de más de 250.000 peses, solo mantiene actualmente no menos de 4500 truchas, enfermas la mayoría de ellas, donde llegan a morirse diariamente hasta 60 de estos animales, han dedicado estas instalaciones a un supuesto juego ecoturístico, donde los visitantes van y pescan, vendiéndoseles cada trucha a precios costosos y no advirtiéndoseles que muchos de estos animales están enfermos y diariamente se están muriendo.
Isidro ha sido un entrenador en contra del gobierno bolivariano, declarándose enemigo de la Ley Habilitante del año 2001, específicamente contra la Ley de Pesca, hasta un manual saco en contra de esta ley, donde la contraviene punto por punto.
Negándose a establecer contacto y asesoramiento con los expertos, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (INIA), que en el Estado Mérida tienen la experiencia en truchicultura, organismo importante, quienes incluso tienen una estación experimental en el Parque Nacional Sierra Nevada, en la vía hacia La Mucuy.
La Truchicultura Monterrey la convirtieron en un atractivo turístico donde se cobra desde la entrada y todos los servicios están orientados dentro de una empresa privada, conformando a su vez varias empresas, la inversión desarrollada por el Estado en más de cincuenta años, sirve para el beneficio y el disfrute de un empresario que se separo de la responsabilidad inicial de mantener estos sitios destinados a la responsabilidad de la seguridad alimentaria.
El ciclo de desarrollo de la trucha es de siete meses, para una producción de ocho toneladas, hoy totalmente paralizada. Por esta razón, el Estado venezolano asumió el reto de recuperar estas importantes áreas, donde el único dueño es la nación con sus ciudadanos por delante, siendo el verdadero propietario de la tierra, y es quien ha invertido en esta importante estructura, hoy, muy afectada por el paso de los años y sin ningún tipo de mantenimiento.
El reto es grande, o demostramos que somos capaces de llevar adelante este gran proyecto, asesorado por nuestros especialistas y técnicos, o la responsabilidad de la seguridad alimentaria la seguirán aniquilando.
Las experiencias del pasado, división, malgastar el dinero público y la nula atención, que llevaron una y otra vez al fracaso de este importante rublo y de todas las empresas que los guiaron, debe quedar atrás y de ahora en adelante proyectarnos como un Estado junto a su población con responsabilidad, sensatez, con una nueva ética de sus ciudadanos, comprometidos en garantizar la plena soberanía alimentaria.
La Truchicultura Monterrey ya no estará privatizada, ni sus paramos, ríos y pinos comprometidos, la trucha tiene que empezar a ser un alimento más en la mesa, en los platos, en el paladar, en la economía del habitante de cualquier lugar de nuestra nueva gran nación.