Aveledo no se Agacha se Arrastra.

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Por Miguel A. Jaimes N.

Atrapa mi atención un artículo poco leído el cual indica que el anterior ignorante acomodado cuentandante de la orquesta conocida con el alias de la MUD pasó tan agachado que lo que hizo fue arrastrarse. Eso fue muy fácil percibirlo, aunque los más incomodos con la observancia de aquella pírrica actuación fue su propia y enfermiza militancia.

De verdad fue malazo el hombre, hasta los fanáticos del beisbol no lograban soportarlo. Viciado, dejó abiertas descoloridas y chillonas puertas de bisagras oxidadas, no pudo cerrarlas, pues su nauseabundo método de fiasco nacional no dejó de anunciar la entrada de un sucesor mucho peor: Torrealba. Inmediatamente y sin perder un segundo en el único cargo que ha ocupado en su vida, Torrealba ha utilizado perfectamente su magnífica incapacidad como cuentandante de aquel penoso y trasnochado sancocho.

Es que era difícil entender a aquel señor con sus pesadillas diarias entre trajes planchados sobre apuros lo cual confundía la ignorancia de sus seguidores —concurra la mía por delante— pues trastabillaba en sus anuncios después de un juego de pelota y un peyorativo interés por querer planificar más incapacidad.

Lo más bajo de la MUD es haber querido aprovechar el fallecimiento del Comandante Supremo para creerse que el presidente Nicolás Maduro caería en horas, pero como bien lo dice el presidente: quien se mete con Chávez se seca. Y eso es precisamente lo que han lograd. Me hacen recordar las comiquitas de mi infancia del Coyote tras el Correcaminos.

Fueron muchos los anuncios infames escuchados de aquel terrible y triste señor quien se soñaba era un Lord, pero quizás lo más que nos espelucó fue aquel mínimo de su reducto mental cuando para alegría de todos terminó de sepultar a los cuatro gatos que quedaban en la oposición venezolana, cuando aquella noche en la primera reunión de las Mesas de Paz el desolado analista del beisbol leía un triste papelito y entre letras dispares nadie llegó a entender lo que dijo.

Mientras Capriles pedía trastabillar solita por el medio de la Avenida Libertador de la ciudad capital con sus escoltas, Aveledo iba y venía mojado como cuando uno sale empapado de cerveza después que los Leones del Caracas crucifican una vez más a las aguerridas Águilas del Zulia o los Navegantes del Magallanes.

Aveledo, mijito la ignorancia es cosa de mucha tristeza por eso vales más que permanezcas calladito, muy arrastrado que andar queriendo pasar agachado, pues lo primero —arrastrado— va muy bien con tu personalidad y lo segundo —agachado— te es muy superior.

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