Petróleo. Por Miguel A. Jaimes N.

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Martes, 11/02/2014 11:27 AM 

Las exportaciones de petróleo y de sus productos derivados ocupan por su consumo y valor el primer lugar del comercio internacional. La mayoría de sus envíos van dirigidos desde regiones interpretadas como subdesarrolladas, situadas en Medio Oriente, Indonesia, Noráfrica y Venezuela, petróleo trasegado hacia Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, China, Australia y Nueva Zelanda.

En total, la oferta evolucionó de 75 millones de barriles diarios a 84 millones desde el periodo de 1998 al 2007, un aumento de un 12% en nueve años. La demanda global en el mismo periodo aumentó de 74 millones de barriles diarios a 86 millones, o sea, en 20%, a un ritmo promedio mayor que la oferta, lo que en parte explica aunque no enteramente la subida de los precios.

Por supuesto, los países desarrollados agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), se aguardan entre ellos los mayores demandantes de petróleo, es decir, más de un 60% y dentro de ese grupo se destacan América del Norte y Europa, sin los países que formaron la antigua Unión Soviética, quienes importan casi constantemente alrededor de 15 millones de barriles diarios.

Fuera de la OCDE hay que notar el caso de China, cuya demanda de petróleo aumentó entre 1998 y 2007 de poco menos de cuatro millones de barriles diarios (b/d) a casi 8 millones, es decir, prácticamente se duplicó; América Latina también agrandó en conjunto su demanda, de 4,6 millones a 5,9 millones de b/d.

EE.UU. produce una cuota de 5.6 millones de b/d, esto es menos del 5% de la producción mundial, sin embargo, la producción de este país cubre menos de una cuarta parte de su consumo actual, viéndose obligado a importar y asegurarse el acceso a este recurso a través de la implicación en una serie de guerras por el petróleo.

Ahora bien, todas las inmensas mayorías de reservas verificadas sobre el mundo están en seis países: Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela, todos pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Entre todos, tienen más de dos billones de barriles por extraer y solo la mitad de esta gigantesca suma pertenecen solo a Venezuela, todos juntos equivalen a más de un 90% de las reservas conocidas mundialmente y pertenecen a la OPEP.

Si sumamos las reservas existencias en los vecinos Omán y Yemen, gran parte del total corresponde solo al Golfo Pérsico, elevándose a un 65%, es decir, poco menos que las dos terceras partes del petróleo remanente del mundo.

La mayoría de los productores de esa área no comenzaron a perforar sino hasta décadas relativamente recientes, y, todavía no explotan muchos de sus yacimientos. Pero serán capaces de aumentar sustancialmente su producción en los años venideros, mientras que los demás proveedores van a tener dificultades para mantener su nivel de producción actual. En este aspecto, le corresponde un papel crítico a Arabia Saudí: es ya el primer productor del mundo y, se prevé, que su porcentaje de producción total aumentará constantemente en el transcurso de los próximos decenios.

Arabia Saudí es la cuna del islam, monarquía rica donde el poder gozado por sus dirigentes se ve favorecido por el estamento religioso conservador suní de filiación wahabí, pero al propio tiempo mantienen estrechas relaciones con Occidente, pero manteniendo un solvente status de control en la región.

Al otro lado, está Irán, país dueño de la base central chií más poderoso del planeta, gobernado por líderes religiosos, opuestos a los aliados más estrechos y deseosos de modificar el mapa político que intentan conservar. Es el país musulmán con más relaciones comerciales con su socio OPEP: Venezuela.

Pero cuando el ascenso al poder de George W. Bush en el año 2001, y, más específicamente con los ataques terroristas perpetrados al Word Trade Center y al Pentágono el 11 de septiembre del mismo año, la política exterior estadounidense tomó una nueva  dirección orientada principalmente en dos ejes. El primero de ellos, ejecución de una supuesta guerra global contra el terrorismo y, segundo, una campaña para acceder al petróleo mundial.

Al inicio la pesca avanzaba rápidamente y más amigos pescadores vieron que debían aprovechar la abundancia de estos peces. Sin embargo, cuantos más peces ya se pescaron, más lento se volvió todo ¡ahora resulta muy difícil pescar el último pez! Claro que los peces representan campos petroleros y los pescadores las empresas del gran pantano militar estadounidense. ¿Pero en manos de quien estarán las cañas de pescar, anzuelos y cebos, más todos los depósitos, donde se pretende congelar el precio del crudo comerciado a diario en el mercado internacional?

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http://www.aporrea.org/energia/a181751.html

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