Petróleo. Por Miguel A. Jaimes N.
Lunes, 23/09/2013 07:22 AM
Estados Unidos es el país con más de 12 trillones de dólares de producto interno bruto anual, fácilmente encabeza el mundo, dentro de su territorio maneja casi 200 millones de automóviles y para el resto del mundo controla los mercados con docenas de sus marcas. Diariamente consume 20,5 millones de barriles de petróleo, esto es más 7,5 mil millones al año, lo mismo que el 25% del total en todo el planeta.
Por supuesto, Estados Unidos no es la única gran potencia estratégicamente interesada en la disponibilidad y la circulación del petróleo. China también, quienes dependen cada vez más del aprovisionamiento exterior; mientras que en Rusia se procura dominar los flujos de crudo y gas natural emergentes, rodeadas entre Europa, Asia y África, así asistimos a la región del Caspio.
El peso ejercido en la región del Golfo Pérsico, país que posee dos terceras partes de las existencias mundiales de crudo, hasta los nepalíes que construyen suntuosos hoteles saben que la demanda de energía va seguir aumentando en las próximas décadas, por eso es seguro que el Golfo continuará en el ojo del huracán de la intensa competencia planetaria. Además de ser una región desgarrada por la infinidad de rivalidades de poder, escisiones religiosas y disputas territoriales.
Todo se da en un terreno donde la demanda mundial de crudo va en aumento y su valor estratégico resulta muy evidente. Quién podría hacer caso omiso en alguna región por poco propicio que fuese el clima para las inversiones.
Pero todo no termina allí, pues en la petromonarquía más poderosas, Arabia Saudita, quien produce desde el 2009 10,9 millones de barriles diarios. Los persas, Irán 3.950.000, Kuwait 2.580.000, Irak 2.450.000, Emiratos Árabes Unidos 2.444.000. Todas estas cantidades explican que las inversiones norteamericanas en el Medio Oriente han sido exclusivamente petroleras, en tanto que sus inversiones industriales o de otro tipo tienden a concentrarse en Europa Occidental y Canadá.
Este ha sido el juego de la geopolítica, ciencia que trata de encontrar lazos que unan los eventos políticos de la tierra señalando a los Estados directrices de vida política. Los estudios geográficos e históricos de estos hechos sociales, económicos y de su relación, enumeran conductas políticas y capacidades militares, explicadas, previstas, basadas en el ámbito que pueda llegar a determinar lo tecnológico, cultural y económico de los Estados, su política interna y externa y las relaciones de poder entre los mismos.
Por eso la mayoría de los países consumidores dependen de fuentes de energía externas que tienen que importar, esta dependencia es cada vez mayor por cuanto las nuevas políticas energéticas tienden a seguir directrices cada vez más rigurosas en porcentajes de consumo de las distintas fuentes.
A las políticas imperiales todo no les ha salido bien. La inestabilidad de Afganistán está significando un impedimento para la estabilización política de las repúblicas centroasiáticas, muy ricas en hidrocarburos.
Mientras que la crisis de Iraq ha distorsionado la exportación de petróleo de este país, uno de los principales miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Y el larvado conflicto interno argelino parece no tener fin, los grupos terroristas y la difícil situación en Sudán, aún no termina de alcanzar la estabilidad necesaria para un desarrollo distinto.
Estas localizaciones distintas y frecuentemente de los conflictos están muy alejadas de nuestros territorios, pero afectan. Están situadas por tanto en territorios ajenos, contribuyendo esta circunstancia a alumbrar concepciones respecto a los intereses nacionales desgajadas del entorno inmediato del solar de cualquiera, entrando en el espacio de los intereses compartidos con otras naciones y sus lógicas e inmediatas consecuencias: alianzas también inevitables, son el riesgo de conflictos permanentes.
Dada la innegable importancia del petróleo en nuestras vidas, tomando en cuenta su carácter no renovable y su concentración en contadas regiones geográficas, no es de sorprender que el mismo haya sido, a través de los últimos cien años, el centro de innumerables disturbios, tensiones y hasta guerras entre naciones, y también el centro de debates y estudios entre intelectuales.
En estos momentos nos encontramos en el medio de otro de estos episodios históricos, excepto que esta vez existe un ingrediente más que siempre había estado ausente en las demás “crisis petroleras”. Por primera vez se ha cuestionado, científicamente, la capacidad del planeta en suministrar petróleo.
Las exportaciones de petróleo y de productos derivados ocupan, por su valor, el primer lugar en el comercio internacional. En el área capitalista, los envíos se dirigen desde regiones subdesarrolladas del trópico situadas en Medio Oriente, Venezuela, Indonesia, Noráfrica, desde allí parten hacia las potencias industriales: Estados Unidos, Europa Occidental, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
En total, la oferta evolucionó de 75 millones de barriles diarios a 84 millones en el periodo 1998-2007, o sea que aumentó en 12% en nueve años. La demanda global en el mismo periodo aumentó de 74 millones de barriles diarios a 86 millones, o sea, en 20%, a un ritmo promedio mayor que la oferta, lo que en parte explica, aunque no enteramente, la subida de los precios.
Por supuesto, los países desarrollados, agrupados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, aguardan con los mayores demandantes de petróleo, más del 60% y dentro de ese grupo destaca América del Norte y Europa, sin los países que formaron la antigua Unión Soviética. Importan casi constantemente alrededor de 15 millones de barriles diarios.
Fuera de la OCDE hay que notar el caso de China, cuya demanda de petróleo aumentó entre 1998 y 2007, de poco menos de 4 millones de b/d a casi 8 millones, es decir, prácticamente se duplicó; América Latina también aumenta en conjunto su demanda, de 4,6 millones de b/d a 5,9 millones.
EE.UU. produce una cuota de 6.8 millones de barriles diarios, esto es el 8,0% de la producción mundial. Sin embargo la producción de este país cubre menos de la mitad de su consumo actual, con lo que se ve obligado a importar y asegurarse el acceso a este recurso a través de su implicación en una serie de guerras por el petróleo.
Pues bien, la inmensa mayoría de las reservas verificadas del mundo están en seis países: Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Venezuela. Juntos tienen 958.000 millones de barriles por extraer, lo que equivale al 83% de las reservas conocidas.
Si le sumamos las existencias de los vecinos Omán y Yemen, la parte total correspondiente solo al Golfo se eleva a 65%, es decir poco menos que las dos terceras partes del petróleo remanente del mundo.
La mayoría de los productores del Golfo no comenzaron a perforar sino hasta décadas relativamente recientes y todavía no explotan muchos yacimientos. Son capaces de aumentar sustancialmente la producción en años venideros, mientras que los demás proveedores van a tener dificultad para mantener su nivel de producción actual. En este aspecto le corresponde un papel crítico a Arabia Saudí: es ya el primer productor del mundo y se prevé que su porcentaje de la producción total aumentará constantemente en el transcurso de los próximos decenios.
En un lado está Arabia Saudí, cuna del islam y monarquía enormemente rica donde el poder que gozan sus dirigentes se ve favorecido por el estamento religioso conservador suní de filiación wahabí, pero al propio tiempo mantiene estrechas relaciones con Occidente e intentan mantener un solvente statu quo en la región.
Al otro lado, está Irán, país con la base central chií más poderoso del mundo, gobernado por líderes religiosos, opuestos a los aliados más estrechos de los saudíes y deseosos de modificar el statu quo político que Arabia Saudí intenta conservar.
A raíz del ascenso al poder de George W. Bush en el año 2001, y más específicamente con los ataques terroristas perpetrados al Word Trade Center y al Pentágono el 11 de septiembre del mismo año, la política exterior estadounidense tomó una nueva dirección orientada principalmente en dos ejes. El primero de ellos, ejecución de una guerra global contra el terrorismo y segundo, una campaña para acceder al petróleo mundial.
Al inicio la pesca avanzaba muy rápidamente y más amigos pescadores vienen para aprovechar de la abundancia de estos peces. Sin embargo, cuantos más peces ya se pescaron, más lento se volvió todo, ahora resulta muy difícil pescar el último pez. Claro que los peces representan campos petroleros y los pescadores las empresas del gran pantano militar estadounidense.