Loro queriendo ser águila. Por Miguel A. Jaimes N.
Martes, 21/05/2013 10:00 AM
Hace algún tiempo un amigo me decía una frase que escuchaba del presidente Hugo Chávez: águila no caza moscas. Y eso es precisamente lo que en este momento le cae al candidato perdedor de la oposición, quien ordenó asesinar con arrechera al pueblo chavista.
También llama la atención como este perdedor copia descaradamente los símbolos, códigos, propuestas, ideas, tareas encomendadas y cuanto pueda chuletearse de las ideas y gestión del gobierno bolivariano.
El ex candidato perfectamente perdedor, anda cumpliendo la agenda montada por el desecho opositor, cumplida fielmente en los medios de comunicación. Flamantes enemigos del pueblo chavista, abusadores, pero este país andará en revolución cueste lo que les cueste.
Esa mosca infectada recorre Venezuela. Anda podrida de odio, lleva gérmenes en sus ideas. Y a estas alturas ya debe saber que su vuelo bajo demasiado y que jamás volverá a ir alto.
La Mesa de la unidad democrática vive en las gárgolas. Todas sus propuestas habitan desde los desagües. Creen poder manejar este país como un centro de estudiantes de bachillerato, pues cualquier espacio universitario les queda fuera del alcance de su cobertura.
En el desarrollo de su sucia campaña ofreció ciudadanía venezolana a los cubanos que están dedicados a salvar vidas en nuestro país, pero horas después ordenaba destruir los sitios de salud que son lugares sagrados para el pueblo.
Los errores de este caballerito van en ascenso. Sube en sus malas tradiciones. El mundo entero debe saber que la oposición venezolana se ha arriesgado hacia los nuevos códigos del fascismo y nos han empujado hacia los primeros pasos de una micro guerra civil.
Sus hechos violentos han sido peores que los vividos el 11 de abril del 2002 y del paro petrolero del mismo año y el cual terminó en febrero del 2003.
La oposición desde su mostrador de bodegas antiguas diseña los peores engaños en contra del pueblo. Fía y cobra exagerados intereses, vende productos vencidos, andan fuera de circulación. Son caducos, descontinuados, más dañinos que el recordado kool-aid y cafenol juntos.