La confianza apesta. Giremos el timón porque la cara del fascismo venezolano no tiene capucha. Por Miguel A. Jaimes N.

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Sábado, 18/05/2013 04:37 AM

Los últimos días de campaña electoral en Venezuela para las elecciones del 14 de abril de 2013 llevaron hasta una de las primeras magistraturas más reconocidas del mundo a Nicolás Maduro. Pero todo esto ha sido acompañado con el recrudecimiento de la mediática guerra sucia, la cual ha influido a tantos que algunos terminaron sufragando en contra de la memoria eterna del comandante Hugo Chávez.

Esto trajo como consecuencia la pérdida de un importante número de votos. Muchos terminaron en las filas de la oposición y otros se quedaron resentidos en sus casas. Algunos fueron más allá y después que esté gobierno les ha dado hasta seguridad laboral, ahora aunque sea molestan e insultan desde sus BlackBerry.

La confianza dada a los nuevos empleados de la revolución también es tocada por los sentimientos de la derecha. Estas pasiones se encuentran primeramente en los medios de comunicación, quienes a diario controlan las dudas y objeciones de un importante número de votantes que en los finos anales de la ciencia política son considerados elegantemente como los oscilantes, pero en el argot popular son los traidores.

En mi atrevida opinión, la revolución bolivariana esta avanzadamente amenazada, no está en un total peligro, pero de no tomarse algunas medidas del anunciado y esperado golpe de timón, las fuerzas de la revolución podrían perderse, confundirse y algunos hasta llegar de nuevo a traicionar.

En este momento es necesario que el próximo ministro de la defensa sea del componente ejército, esto daría un claro mensaje sobre todo advertiría a grupos internos de desestabilizadores y frenaría a los externos.

El componente ejército es sólido. Esta militarmente bien equipado, de esto se encargó el propio presidente Hugo Chávez, incluso, muchos de los nuevos gobernadores, ministros y diputados provienen de la estirpe de los llamados sueños azules, formados en la academia militar venezolana.

Gobernar es algo serio y su ejercicio debe al menos aparentar solidez. El gobierno no es un centro de estudiantes o una confusa Federación de centros universitarios de las perdidas y escandalosas universidades autónomas.

Por ejemplo, anunciar la intervención de Corpoelec no debe quedarse en un aumento de precios en las tarifas de electricidad de los gigantes centros comerciales, los cuales en cada estado ni siquiera rebasan la exagerada cantidad de los existentes en Caracas.

Si la campaña electoral hubiese durado 15 días más perdemos la presidencia de la república. Y esto no es culpa del candidato, son las consecuencias de la “crisis de marzo”. Hoy el gobierno técnicamente es nuestro, pero no se sostendrá por este periodo de seis años si aquí no hay una ejecución de los verdaderos cambios, hay voluntad, sí, pero falta ver ahora si estos no se vuelven a perder con el día a día. Si vamos como estamos a una nueva elección, aquí perderemos irremediablemente.

No hagan que la nueva confianza brindada y depositada por medio del voto el 14 de abril de 2013 llegue a apestar. Muchísimas cosas deben girar, pero bueno, ya lo afirmé al principio, ojala esté técnica, química y sentimentalmente equivocado.

Cuidado, las caras del fascismo venezolano no tienen capucha.

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