Caminante del camino

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Por: Miguel A. Jaimes N. – M sc. Ciencias

Miércoles, 13/01/2010 07:02 PM

Son las 5:00 pm, y los vientos fríos de los primeros días del mes empiezan a soplar con fuerza en los pueblos andinos. Al paso rápido con un pie que le hace cojear, con unos zapatos viejos, machucados y con un fuerte tacón que se le empiezan a ver líneas de cueros caídos, va Evaristo.

Viejo, barbado, alto, camina con pobreza, conserva lo fornido de sus tiempos mejores, todas sus ropas sucias, sin medias, le acompaña un mendrugo de pan enmohecido con algunas de sus virutas confundidas en su vieja barba.

Va rápido, tiene que buscar dentro de su locura cartones y viejos periódicos de los diarios de la ciudad, ellos abrigaran su reposo una vez que aparezca un disimulado lugar escogido desde hace algunas noches solo para dormir.

Pero algo no casual lo detiene, agarrándose con su mano izquierda parte de su ancho pantalón, amarrado al frente de sus ojales con un pedacito de cordel, le queda tiempo para exclamar, “soy un igual ser humano de los que camina por una favela de Brasil, una empolvorada calle de Nicaragua o el Salvador, quizás, a los iguales del campo Francisco Fresno de Santiago de Chile, donde se vive en huecos de madera de dos por dos, remendadas con retazos de tablas, o en los ranchos de lata construidos con avisos de vallas oficiales”.

Evaristo, quizás es un abrigado campesino que mascaba hojas de coca en las pampas cuando muy joven, apenas saliendo de niño recorría a pie los famosos caminos del Arco Andino.

Mientras mira el cielo ya pronto a convertirse en noche y buscando los aires que vendrán, sigue; “muchos hablan de cambios, así lo vengo escuchando desde hace algún tiempo, pienso que ya todo ha cambiado, menos los que vivimos de la calle, los callejizados. Mientras algunos participan en apuestas, cursos, casting, o son seleccionados para bailar, cantar, van a caminatas o tele maratones, mientras proliferan los concursos de belleza, escogen mises y místers, o ponen a bailar a niños, otros escribimos, luchamos, combatimos por la vida, o simplemente caminamos. Esto ha sido así, mas marcadamente ahora, cuando todo el mundo apuesta, creyendo que el mundo se acabara pronto”.

Evaristo es un pordiosero, es de los llamados limosneros, Evaristo aun camina, pide comida, mendiga una moneda paga seguir pagando su pobreza, Evaristo no toma sopa de una taza limpia, la bebe de un pote de pepsi cola de dos litros cortado por su mitad.

Se esconde de la policía y aguanta el desprecio de nosotros, sus iguales, a Evaristo le han pasado sus años sin dormir en una cama limpia y abrigarse con sabanas perfumadas.

Con estas líneas le dedico mi dolor al ver a tantos Evaristos botados en la calle, olvidados por sus familias y ante la indiferente mirada de todos nosotros.

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http://www.aporrea.org/actualidad/a93212.html

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