Los metropolitanos y Fujimori

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Por: Miguel A. Jaimes N  – M sc. Ciencias Políticas 

Domingo, 12/04/2009 11:16 PM

¿Cuál es la diferencia entre Lima y Caracas, entre Perú y Venezuela? ¿Entre responsables de organismos de seguridad de Estado entre estos dos países? ¿Seres humanos asesinados en las capitales de estas dos naciones? ¿Quienes mostraban al mundo, riéndose en monstruosas ruedas de prensa, lo que se hizo contra verdaderos militantes revolucionarios?

Son iguales, los que asesinaban en todo El Alto Perú, persiguiendo con cobardes unidades campeonas del fusil y de la bayoneta. Quienes aterrorizaron a poblaciones enteras y los hicieron huir de sus tierras para obtener como premio de “Botín de Guerra” sus tierras.

Los que impunemente son los sobresalientes violadores de los Derechos Humanos tanto en Perú como en Venezuela, y ahora, al ser enjuiciados es lo menos que les podría pasar. Cuantos cientos de familias nunca más volverán a dormir sin el recuerdo de sentir, de no volver a ver a sus amigos, hermanos, sobrinos, hijos, tíos o nietos, asesinados, nunca volverán a estar en sus cumpleaños, bautizos, en el nacimiento de un nuevo familiar ¿Saben que piensan sus hijos o sus madres? Que afuera, aún hay suficientes asesinos, entre esos, algunos que los apoyan.

¿Pero veamos cuales son las causas del aprovisionamiento? El armamento y el entrenamiento. Si se sigue comprando armamento Israelí o de los EE.UU. se seguirá obteniendo entrenamiento y técnicas militares por parte de estos homicidas. Entonces, el dinero peor invertido seguirá siendo el de las academias de formación policial y militar, sobresaldrán los conceptos del pillaje, asesinar y después decir tal o cual cosa. Frases como: ¡O no importa, lo justifiquemos con tal ley, como nos lo enseñan los Fiscales del Ministerio Público! Por estas causas aumentan las violaciones a los derechos humanos y la impunidad se agranda.

Eso tiene que acabarse y lo digo primero por Venezuela, para que tomemos el ejemplo del EXFUJIMORI. El Dios, el que todo lo podía, el que como un galán asesino con fina camisa blanca de manga larga y trajeado con un formidable chaleco antibalas de color negro, recorría Lima, riéndose, agarrado del tubo cromado de un recién comprado autobús del Ministerio de la Defensa para la recién sangrienta operación, como un estrella en su puerta, con un pie afuera y saludaba carcajeándose por el fusilamiento de los Tupamaros. Asesinados, impunemente yacían sus cuerpos aun tibios en los pisos del mármol lujoso de la Embajada Nipona. El espacio que no sirvió para negociar.

Recuerdo los duros días negros que vivió Venezuela con Alfredo Peña, los asesores estadounidenses con el “Plan Bratton” y el esnobismo de “Plomo al Hampa”, slogan que lo llevo a ser Alcalde Mayor. Esto se utilizó para confundir a la población, esos estilos políticos no debieran seguir permitiéndose en cuanto al abordaje del gravísimo tema de la inseguridad, o si no, llegara a cualquier alcaldía y gobernación verdaderos fascistas, apoyados por la población en su desespero contra la inseguridad, y esto, sobre todo en las ciudades y municipios que se han vuelto más peligrosas, que bien, son caldo de inspiración para muchos en la oposición.

Es la CIA infiltrada, tanto en Lima como en Caracas, que asesoro y trajo a francotiradores para fusilar a los Tupamaros allá y desarrollar un Golpe de Estado continuado aquí. Sus laboratorios trabajan en dos frentes: la propaganda con los medios de comunicación y la nueva oportunidad de un ataque armado.

Recuerdo como eran arrastrados por sus propios compañeros en las calles de Caracas a policías que reclamaban sus derechos, cada vez que salía la Metropolitana era asesinado un inocente con certeros tiros en el cráneo. Allí mismo a las puertas de la Vice Presidencia de la República en la Esquina de Carmelitas, vimos caer inocentes jóvenes, quienes segundos antes, con sus gritos defendía al Presidente Hugo Chávez.

Los francotiradores que se formaron en la Metropolitana eran dirigidos por el hoy condenado, experto francotirador. Son los mismos que en este momento preparan duras jornadas de protesta por la defensa de quienes se merecen un Tribunal Internacional por los comprobados asesinatos contra escogidos inocentes. Veinte y cinco y treinta, es bien poco.

¡Denle a aquél! ¡No, a este mejor! Y certeras detonaciones caían sobre cualquier parte mortal de su cuerpo. Lo mismo ocurría en Perú, allí, en cualquier parte del Altiplano, se perseguía y se cazaban seres humanos, eran sometidos a feroces torturas, todavía las paredes de los sótanos o de los campos, gritan despavoridos por el terror del que fueron testigos de inocentes cuerpos guindados boca abajo escupiendo sangre, masacrados por dentro todos sus órganos.

Gritan aún los camerinos del Estadio Central en Santiago de Chile, espectadores del asesinato de Víctor Jara, por cantar fue torturado hasta su muerte, destrozados sus dedos, sólo por haber tocado las finas cuerdas de una envejecida guitarra de madera que se posó mil veces sobre el polvoriento piso de cuanto sufrido barrio o pueblo visitó.

Ahora, solo una parte de los responsables de tantos delitos están encarcelados por hechos bastante parecidos a crímenes de Lesa Humanidad. Sus seguidores preparan violentas protestas en Lima y en Caracas arguyendo su inocencia, esos que gritan, aun son quienes desean tomar los fusiles ensangrentados que persiguieron a los mas inocentes, aun guardan muchos proyectiles que desean detonar, aún están inquietos por esperar la nueva noche, el nuevo sol, de mañana o de tarde, pero dispuestos a desatar la mas horrenda pavura contra inocentes defensores de la verdad.

Son los mismos asesinos, los de Caracas y los de Lima, los de Venezuela y los de Perú, son los mismos gritos los del altiplano y los del Caribe, es el mismo Sur.

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http://www.aporrea.org/internacionales/a76042.html

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