Dios está preso

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Por: Miguel A. Jaimes N. – M sc. Ciencias

Miércoles, 26/08/2009 09:11 AM

Dios ha muerto, su piedad por el hombre lo ha matado

FEDERICO NIETZSCHE

Estando El Quijote en su lecho de muerte observa arrodillado a un lado de su cama donde se encontraba su fiel y único amigo, Sancho Panza, quien en un momento de tristeza y desespero grita: “Mi señor, no se deje morir, mire que la peor locura que puede hacer un hombre es dejarse morir”.

En lo más recóndito del pueblo este me ha comentado que organizan filas de guerrilleros, compuestas de sabios viejos, columnas de jóvenes, mujeres y de hasta niños, noticias que llegan desde lejos afirman que los Zapatistas desde Zacatecas y otros lugares que no pueden ser revelados desentierran y lubrican sus armas, esto mismo hacen desde las montañas de Colombia pero con fusiles ya aceitados. Todos van en una sola misión: “Hay que liberar a Dios”.

Estiman que por boscosos caminos los escribientes ya tienen afilados lápices y nuevos cuadernos, apuntan las primeras letras: “Dios nos debe muchas respuestas a nuestras preguntas”.

La continental operación lleva por nombre: “Liberar al Señor”. Todos afirman: es nuestra liberación. Cansados estamos de entonar himnos sin pasión y de seguir pasando noches, soles y lunas sin cambios, por nuestra pasividad él nos ha enviado huracanes, temporales, sequias y tormentas, lo único que nos corresponde es levantarnos y con su espada de la bravura atravesar sin vacilación el largo yugo imperial.

Dios es un preso político de la historia, le han capturado los mercenarios de la guerra, le han torturado sicarios, le han asesinado paramilitares y cuando estos no han podido les han dado golpes de estado y desestabilizado sus gobiernos de libertad. Cuidado, unos preparan el magnicidio.

Dios lleva siglos preso, le supero a Mandela, aguanta destierros, expulsiones, asilos políticos, huye, se entrena, sus comandantes y guías: Argimiro Gabaldon, Zico, Guevara y Cienfuegos.

Todos afirman que es injusto su encarcelamiento, sin agua, comida, astros, ni beneficios, le han negado hasta la cárcel por casa, no tiene orden de presentación o captura, no tiene jueces valientes, ni fiscales comedidos, pero el imperio no vacila en acusarle.

Cuidado, ya avistaron las mazmorras de la historia, comienza las balas de la liberación, caen esbirros, incendian cadalsos, lo último que sabemos de aquella gran batalla por aquel hombre es que la defensa es fiera, han despegado sus naves, las flotas sin número disparan desde el mar certeros misiles, las tropas avanzan, otras encallan.

Los caciques dan sus primeros partes, “al frente los comandantes Verde Olivo, la batalla es dura, la misma lleva siglos”, los encomenderos afirman que la nueva era esta cerca y que grandes batallones presos hasta ayer en sus mismos países hoy son largas filas de combatientes.

Dirigen los grandes y bravíos guerreros, por un lado, La Corte India, Yaracuy, Guaicapuro y Tamanaco, por el otro, La Corte Libertadora, mi General Bolívar junto a Manuelita desde el Cotopaxi, siguen Felipe y Sucre. Las mujeres oran junto a María Lionza y esta ordena: “todas las ánimas envien sus espíritus a la lucha”.

La gran Reserva Bolivariana ataca con Maisanta, La Legión Inglesa, Zamora y los Bravos de Apure, los Campos de Pichincha, Boyacá, Junín y Carabobo resuenan. Se atiende un herido, es El Negro Primero, este manda, “solo las vendas y de nuevo a los  campos, estamos ganando la batalla de las historias”…

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