Una corbata cruel. Por Miguel A. Jaimes N.
Domingo, 19/02/2012 10:52 AM
Para Diego Arria
Les presentó al candidato de la Corbata Cruel, Diego Arria Salicceti, quien sacó apenas 35.070 votos en las elecciones del 12 de febrero del 2012 después de tanto acusar y tildar al gobierno bolivariano de cuantas argucias se le ocurrieron.
“Al ex caballero del Botox” nunca le agradó ilustrarse en nuestro país, para él mejor fue estudiar economía en la London School of Economics and Political Science, pero si le interesó lanzarse a la presidencia en 1978. Esto le valió andar en diferentes cargos entre los gobiernos de AD y Copei. Fue presidente de la Corporación Nacional de Hotelería y Turismo (1969–1974), Gobernador del Distrito Federal (1974–1977), Ministro de Información y Turismo (1977–1978), Representante Permanente de Venezuela en la Organización de las Naciones Unidas (1991–1993) y Presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 1992.
De todos estos cargos salía investigado tras diversos hechos de corrupción, dándose vida y montando escándalos, causándole enormes daños patrimoniales a la nación, pero siempre logrando evadir la justicia.
Su irracionalidad la representa en una corbata cruel, traje inconcluso, Botox, cirugías, ahora con unos pírricos votos, incapaz de reunir un buen número de ellos tras los resultados de la “Aventura Arria”, una comedia donde aceptaron al último de los imbéciles arribistas.
Personaje sombrío, mentiroso que nunca aprendió a escribir sobre una maquina ni cinco minutos de cualquier historia.
Sin embargo tiene a un admirador: Evaristo, quien me comenta que le gustó la candidatura de Diego Arria Salicceti, pues fue el único que si demostró abiertamente y sin ocultarlo sus delirios de fascista, mientras los demás candidatos encubrían sus sueños nazis, este agotado mentiroso no disimulaba su delirante odio en contra de la revolución bolivariana.
Su planteamiento de un gobierno de transición de sólo tres años lo destacaban como un candidato de mano dura, represivo, delirante de cárcel para los chavistas, doctrina privatizadora y de completa entrada neoliberal.
Este inculto “caballerito” debe desconocer a Charles Baudelaire quien escribió hace algunas décadas unas páginas llamadas: “Un Bromista” y que de seguro le cuadrarían muy bien: En medio de la confusión y el estruendo, un asno trotaba vigorosamente acuciado por un bruto que llevaba látigo. Cuando el asno iba a doblar una esquina, un señorito enguantado, aprisionado en un traje recién estrenado y una corbata cruel, se inclinó ceremoniosamente ante la humilde bestia y sacándose el sombrero le dijo: “¡Que sea buena y feliz!” y giró con fatuidad pidiéndole aprobación para su gracia.