Las máscaras del sol. Por Miguel A. Jaimes N.

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Martes, 15/01/2013 01:06 AM

Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano
Johann W. Goethe

Mientras Venus con toda su rueda pasa frente al sol alineado junto a la tierra ya visitada por algunos eclipses que han tapado su resplandor, este desvanecido mundo asiste como espectador casi espectro a cientos de celebraciones, desde el amenazado Día mundial del ambiente hasta el de la paz, y sin embargo muchos aspiran a suspirar ante la desventajada suerte de un supuesto planeta pensante habitante de este incierto universo.

Muchos niños son forzados a ser harapientos, yo he visto sólo unos gracias a lo descortés de la vida que muchos la suman en sus indiferencias. Los embarazos indeseados nos los muestran, los abandonados por sus padres siguen en largas listas, quienes hambrean migajas mientras son condenados a la desesperación de las miserables y ripiosas limosnas nos van formando mucho más indiferentes.

Centenas de indignados silentes deambulando en el cocido de su conciencia indiferente, pero las sumas conspiran, nacen más que el número de conciencias que puedan salvarse y el bochorno siempre gana, mientras el rebelde espera en sus aticismos de ironías agotadas.

Dos mascaras: la primera proveniente de la dureza del sol quien cada día alumbra más y sólo se opaca cuando como a un viejo acompañante le dan ganas de reclamar antes de descansar. El segundo, naufraga en los arreglos del photoshop, botox y las mascarillas de Cristian Dior.

Gracias a Dios, Jesús nunca recibió a María maquillada y la Magdalena no se valió de perfumes para seducirlo. Tampoco los Reyes Magos trampearon la mirra y sus inciensos y menos mal que el mar se abrió cuando Moisés se empeñó en salvar a muchos inocentes que decidieron acompañarlo, aunque, ¿quién será el responsable del primer exilio planetario?, ¡Adán y Eva expulsados de El Paraíso!

Menos mal que los honestos se empeñaron en crear el mate, café y él té, pues aun hoy millones pueden resolver sus diferencias bajo el vapor de sus tazas hirviendo, gracias a Dios que un tajo de locos les dio por aprender la misericordia, salvarse y poder negociar.

Dimas y Gestas fueron los dos hombres acusados de ladrones a los cuales Jesús, a uno de ellos, cumplió su promesa de tenerlo desde esa misma tarde del sacrificio en el reino de los cielos, afortunadamente en ese momento aún no existía la Fiscalía general de la república venezolana.

También hace siglos alguien pensó bien y no creó vitrales para que desde las pasarelas los pobres se ahorraran el desprecio de observar lo que hoy todavía no pueden comprar, lo malo fue que el fabricante de no inventar también murió y se crearon las vidrieras.

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