La CTV murió y no habíamos caído en cuenta

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Por: Miguel A. Jaimes N. – M sc. Ciencias Políticas

Lunes, 20/07/2009 04:37 PM

Vayamos por un nuevo sindicalismo

Aun cuando no es el mes de Mayo y ni nos acercamos a él, bien vale la pena analizar algunas conjeturas muy propias de los primeros momentos de creación de la quinta república y los resultados una década después.

Más aun, teniendo en cuenta que el principal acompañamiento de todo proceso de cambio son los trabajadores y otro elemento que ha sido muy separado, el trabajo voluntario.

Como un buen aspecto que bien se integra como parte de la moderna e inédita constitución que recién se perfilaba, está en el ejemplo que citaremos a continuación para un breve análisis de la actividad sindical. En el proceso de finiquito del trabajo de la Asamblea Nacional Constituyente se comienza a discutir la posibilidad de decretar una emergencia sindical, que abriera paso a la renovación, cambios y legitimación del liderazgo de los trabajadores.

En ese momento fieles a la tradición discursiva venezolana se entendió este hecho, como la posibilidad de avanzar hacia la democratización de los órganos de representación obrera, eso sí, desde la base.

Más tarde entenderíamos que la prospectiva estaba mucho más arraigada en el liderazgo bolivariano de lo que habíamos imaginado y, que muchas de las jefaturas entendían la democratización sindical como una operación política para el simple copamiento de direcciones que posteriormente sirvieran de base en objetivos estratégicos de conducción del poder sindical. Una sociedad cimentada en la fuerza de sus trabajadores, es decir, la máxima participación de la soberanía popular. La idea era: producir un cambio en las directivas de las federaciones y sindicatos de base.

La oposición, en su inmensa mayoría compuesta por la clase política que detento el poder en los últimos cuarenta años consideró la posibilidad de iniciar el proceso constituyente en el movimiento sindical como el inicio de un conjunto de riesgos … y en efecto, considero varios aspectos pero en RETROPESTIVA los cuales fueron expresados en fachadas, las cuales no se entendía, o hasta la presente no se sigue entendiendo, como cual debe ser el papel de los grupos sindicales en esta época del reciente tiempo nacional e internacional.

Una declaración como ésta, era un inminente peligro. Sí, pero para la burocracia y los grupos sindicales que habían amasado inmensas fortunas y prebendas, atrincherados en centrales sindicales convertidas en camisas de fuerzas para el movimiento sindical, destinadas a disminuir o eliminar la conflictividad social, por la vía de la eliminación de la disidencia, la persecución a las corrientes sindicales clasistas y la negociación de la contratación colectiva a espaldas de los trabajadores.

La declaración de emergencia no contaba con amplias simpatías. Pero era un hecho en que la inmensa mayoría de la patronal, conformada por empresarios en alianza muchas veces con los líderes sindicales, no apoyaba la declaratoria de emergencia sindical. Era mucho más fácil darles unas dádivas a los “representantes sindicales” que acceder a los justos reclamos de los trabajadores que laboraban para ellos.

Había serios riesgos de un golpe. La burocracia construida bajo la inspiración del Pacto de Punto Fijo, quienes habían contado, en no pocas oportunidades, con el apoyo de varios sectores los cuales tenían sobradas razones para temer que una declaración de emergencia sindical, fuera aprovechada por los trabajadores para darle un golpe de timón a la orientación de sus centrales sindicales.

Cambio que procuraba, devolverle a los sindicatos y federaciones sindicales, su real papel de instancia para agenciar el combate, la ayuda, cooperación, solidaridad en la lucha por los intereses de los asalariados.

Existían riesgos que Venezuela fuera desconocida por las instancias internacionales encargadas de garantizar la libertad sindical. Ciertamente desde una perspectiva única, pero el derecho internacional prevalece sobre el nacional y en el resto del mundo existen muchas fuerzas que trabajan en la construcción de otro mundo posible, en cuya prospectiva se inscribe la revolución bolivariana.

En esa oportunidad se señalo, que en caso de una eventual observación internacional, para estos altos funcionarios sería fácil constatar el nivel de vida que lleva la dirigencia de la máxima central sindical (CTV), carros lujosos, chalets para vacacionar y lujosas mansiones para cada una de sus “familias”.

Con estos antecedentes les resultaría fácil a los observadores internacionales, contrastar este ritmo de vida, con el modo austero como sobreviven la inmensa mayoría de los trabajadores.

Es evidente el riesgo que corría la democracia de partidos ante una oportunidad de profundizar la democratización del movimiento sindical.

Sin embargo, en nuestro criterio también se perdieron oportunidades de crecimiento con el sector laboral del país, hubo ceguera política a pesar de todo en los partidos de la alianza bolivariana, en ese momento, llevó a que se desperdiciara una oportunidad histórica para llevar adelante la transformación sindical estructural desde abajo y se prefirió apostar por el reformismo pero desde arriba.

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