¿En que momento empezó la guerra?. Por Miguel A. Jaimes N.
Miércoles, 06/04/2011 05:54 PM
Cuidado con nuestras barbas
Los invasores siempre muestran sus dientes antes de atacar. Sonrieron con Gadaffi, le condecoraron y llenaron de órdenes y medallas, le invitaron a sus países europeos. Y, si alguien en este mundo de hipócritas imperiales le ofrecieron cenas y banquetes, fue al líder libio.
Se le acuso por derrocar a sus veinte y siete años al Rey Idris, un vulgar y repulsivo tirano puesto allí por los europeos, cuando estos empezaron con la repartición de mundo, que aún hoy continúa.
Pero nunca jamás le perdonaron lo que el orbe imperialista considero como sus “estridencias” las cuales, entre otras, fue reclamarle a Italia el asesinato de sus viejos líderes, como fue el encadenamiento y aniquilación de Omar Al-Mukhtar en 1931.
Pero atentos, no podemos nosotros, desde esto que estamos llamados a formar como una revolución bolivariana, socialista del siglo XXI, y más adjetivos que indican, que estamos en una lucha por la liberación de nuestro país.
Y, sin dejarnos llevar por notas de prensas y acusaciones occidentales que imputan sin juicio, presentando a Gadafi como un asesino.
Eso mismo que le hacen hoy a Gadaffi, será el mismo formato imperial que le harán pasado mañana a Chávez, junto con todos nosotros.
Acaso no fue esta revolución quien nos enseñó a admirar al líder libio. A leer y citar El Libro Verde. Aprendimos a verlo como alguien distinto y diferente. Cuando el Presidente Chávez mando a colocar en el Palacio de Miraflores la carpa obsequiada de manos del propio Gadafi, ¿no daba acaso con esto, un símbolo de sencillez y mensaje de cercanía con Gadaffi?
Eran las inundaciones y estábamos llenos de damnificados, -como aun todavía permanecemos- y no por mamar gallo se sacaba y exhibía la carpa de Gadaffi, donde nuestro líder pernotaría mientras les dábamos los espacios oficiales de la revolución a nuestros hermanos que perdían todo ante lo atónito de sus ojos.
Cierto, en Libia hay pobreza, pero, ¿acaso igual no la hay en Venezuela y en otros países suramericanos y caribeños?
Quizá, puede olvidársenos que son mercenarios entrenados, dotados de armamento furiosos y financiados por la CIA, quienes hoy se presentan al mundo como angelitos liberadores de aquel sufrido pueblo.
Y por muy lejano que estén, acaso no fue la mala cabeza de los países occidentales, quienes llevaron a envejecer aún más las causas del desastre libio.
Veamos, cuando los grandes semilleros del mundo se perdían, cuando la naturaleza botaba fuego en furiosos veranos no esperados, y regaba agua de más, en inviernos imprevistos, cuando el ciclo ambiental se volteaba y se perdían millones de hectáreas de semillas, cuando los gringos financiaban miles de kilómetros cuadrados para la siembra de maíz destinado al etanol, allí empezaba a cundir sobre el mundo la enorme pandemia de hambre que hoy se vive.
Mientras, Zapatero se sentaba a su lado con sus piernas dobladas y su cara de homosexual enamorado frente a Gadaffi. Y los demás “líderes europeos” le aplaudían hasta cuando los acusaba de asesinos, todos eran grandes amigos ¿o me equivoco?
Porque Chávez dijo en el atrio de la ONU ¡esto huele a azufre…! Le cayó el hipócrita mundo encima. Pero Gadaffi rompió ante toda la comunidad internacional La Carta de las Naciones Unidas en su mismo podio y nadie nunca dijo nada.
¿Enseñanzas?, muchas. Yo tomaría una como muy importante, en la hipocresía europea-norteamericana, “los perros siempre muestran sus dientes antes de atacar”.
Por esto no dudo que en Libia y en el mundo Árabe, se están haciendo realidad las vigentes palabras del León del Desierto: “Sobreviviré a mis verdugos”.