Decir Lizeta Hernández es nombrar el Delta. Por Miguel A. Jaimes N.

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Viernes, 19/10/2012 04:41 PM

Recuerdo que llegué de visita a Tucupita invitado por unos amigos con los cuales estudiaba en la Universidad de Los Andes en Mérida, venia desde Maturín donde visitaba a mi abuela y Tía, explorando los recuerdos quedados desde años atrás cuando vivía en aquella hermosa ciudad, eran los inicios de mil novecientos noventa. En la entrada de la ciudad queda Yakariñene, la Casa Indígena, vestida por un techo con bases, sus paredes son entretejidas por mecates que salen de punta a punta y de un lado a otro sosteniendo hamacas.

Quede sorprendido al ser recibido por los Waraos pidiéndome Burata, dinero, lo querían tristemente para comprar Pepsi Cola con pan.

Luego de un cálido paseo por sus y sin perder tiempo me bañe en el Caño Manamo, minuciosamente me fui enterando de cómo lo dragaron y asesinaron sus aguas.

Mi mayúscula sorpresa fue ver camas con una desembocadura para defecar, los Waraos se morían de cólera.

Tiempos después, Lizeta Hernández se despedía de su Delta, acababan de elevar el territorio a estado Delta Amacuro, la misma historia la acababa de asumir su media hermana cercana; el Amazonas.

Lizeta Hernández empezaba a empacar sus sueños para irse hasta una nueva lejana morada, allí conoció las nieves eternas y curso estudios en una urbe con una universidad que tiene una ciudad por dentro, así lo decía Mariano Picón Salas. Estaba en la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, donde posteriormente se destacó como una magnifica estudiante graduándose de Medica Cirujana.

Cuando en los años sombríos gobernaba la cuarta república otros pocos deltanos que querían y podían estudiar tenían que irse hasta Trinidad y Tobago o llegar hasta la ciudad de las nieves eternas como lo hizo Lizeta Hernández.

Aquella clase política que pensaba de manera antigua ya había acabado con la vida del Caño Manamo, pero los sueños del cambio con la Quinta República llegaron para quedarse y trasformar completa e integralmente la vida de los detanos.

Llegó la revolución bolivariana y con ella se iniciaron los cambios en el Delta Amacuro. Muchos afirmaron que Lizeta Hernández estudio medicina primeramente preocupada por la mala calidad de vida que atravesaban los habitantes de aquella ciudad bañada entre calor y vapor.

La incorporación a la política de la médica Lizeta Hernández fue por la inmensa preocupación de asistir a su pueblo. Llevando su obra de gobierno como gobernadora desde Antolín del Campo hasta Pedernales en las tierras mas lejanas del noreste venezolano, donde las aguas del conocido Mar Caribe logran bañar cada noche de nuestra plataforma continental mientras logran verse las luces de la cercana Trinidad y Tobago.

Ahora los nuevos retos del Delta Amacuro llegan hacia la creación del nuevo anillo geográfico, integrado en la región entre los estados Monagas y Bolívar. La idea es establecer una gran zona de desarrollo integrado entre los tres estados mas importantes del Oriente del país.

Explorar las nuevas percepciones de las potencialidades geográficas de toda esta región permitirá crear el gran cinturón del nuevo anillo del sector económico, lograr una gran relevancia de producción en diferentes rublos que permitan integrar relaciones de crecimiento para convertir esa inmensa riqueza natural y mineral en un gran motor sustentable y equitativo.

La nueva realidad deltana ha recibido las bondades de la preocupación bolivariana. Esta revolución le dio nueva vida al Caño Manamo, resucitaron el rio con inmensos motores y turbinas modernas que dan oxigeno a los daños ambientales heredados en los años de destrucción puntofijista.

El primer tema del desarrollo propuesto por Lizeta Hernández es aumentar significativamente su producción en áreas óptimas que logren traspasar la capacidad de absorber los nuevos productos originados en la región.

El inicio de esta nueva ola bolivariana iniciada a partir del 07 de octubre de este 2012 persigue los nuevos trabajos que permitirán la nueva cultura interregional. Estas áreas mantienen un clima magnifico sorprendido por ríos y caños bondadosos que comunican como carreteras las nuevas áreas de fácil acceso para atender a las poblaciones alejadas, asistencia traducida en viviendas, salud, educación y nuevos intercambios naturales para sus pobladores.

Desde la gestión de Lizeta Hernández el Delta Amacuro es otro y con su relección y triunfo como gobernadora la ciudad seguirá en el renacer de los nuevos cambios.

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http://www.aporrea.org/regionales/a152579.html

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