Arabia Saudita (II)

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Por: Miguel A. Jaimes N. – M sc. Ciencias

Lunes, 28/09/2009 07:14 PM

El decadente poder petrolero

Desde mil novecientos cuarenta y cinco, la planificación militar está atenta a cualquier amenaza contra la familia saudí, hubo la confirmación de una reunión en pleno gobierno de Roosevelt y el rey saudí, nadie sabe los términos de este encuentro pero se supone que las condiciones fueron autorizar a los Estados Unidos, a sacar todo el petróleo que necesitasen como una real prueba de garantía y suministro para el aprovisionamiento que se necesitase, esto, a cambio de la protección irrestricta de la familia real saudí. La protección ha sido tal, que los EE.UU. Impulsaron a la guerra contra Irak.

Esta guerra obedeció a los temores de la familia real saudí por parte del entonces depuesto presidente iraquí, quien según ellos, tenía en sus objetivos a estos multimillonarios mundiales, concentrados en las riberas de arabia.

Mientras tanto, el opulento país alienta un régimen de terror contra sus ciudadanos, dentro de este reino el debate político público está prohibido, siendo habituales las detenciones y encarcelamientos de quien consideren sospechoso en querer actuar contra ellos, pero esto, no obliga a sus nacionales a limitar sus opiniones.

Una importante parte de la población “clandestina” se siente ofendida, como miembros de la comunidad fundamentalista, promueven acciones militares violentas contra estadounidenses concentrados en edificios y bases. En esta estrategia se han propuesto declarar de ilegalidad a este Gobierno de Infieles, lo que consideran como su derecho a luchar.

La población se ha concentrado en grandes redes de organizaciones disidentes, a pesar de las duras amenazas por parte de quienes detentan el poder militar y económico petrolero más extenso del mundo.

Su verdadero carácter religioso cobra aun más fuerza, frente a la persecución que enfrentan, es una verdadera inmunidad, reciben protección de los muy ricos negociantes saudíes, y del alto clero musulmán, de sus vecinos los iraníes.

El grado de organización y mantenimiento de estos extensos grupos tiene otro importante factor, lo cual las hace eficaces y prestigiosos, y es que dentro de sus filas se encuentran combatientes afganos, “los héroes de la resistencia antisoviética”.

Allí participan verdaderos Muyahidines, los cuales están esparcidos por todos los países árabes, y parte del continente africano, se caracterizan por ser organizaciones altamente blindadas y certeras en sus objetivos, su estructura no permite la disidencia o penetración, actúan como células reducidas, impenetrables y al permanente servicio de fines extremistas.

Allí entra el irrestricto asesoramiento de los EE.UU. quienes están tomando una serie de dramáticas “medidas”. Crearon una fuerte y temible fuerza antiterrorista, la “saudí Arabia National Guard, SANG” destinada a la protección directamente de la familia saudí.

Este inusual ejército cuenta con 57.000 hombres, bien armados y entrenados, con lo más modernos aparatos militares, armas de todo calibre, bombas, vehículos blindados y permanentes asesores, como dato revelador, esta agencia militar depende solo y exclusivamente del Departamento de Defensa o de contratistas militares de los propios EE.UU., junto con su instrucción, equipamiento y asistencia técnica.

En los años noventa, cuando Hussein invadía Kuwait, inmediatamente contrataron 3.400 millones en dólares americanos para asignarle a las temibles SANG, 1.117 vehículos blindados, 2.000 misiles TOW anticarro, 27 obuses M-198. Pero las cosas no descansaron allí, y en 1993 se firmaron nuevos contratos militares, esta vez valorados en 819 millones de dólares.

Buscan información, identifican dirigentes y organizaciones, especialmente extremistas liderados por el mismísimo Osama Bin Laden, detectan santuarios de fortunas depositados en países vecinos, quien toque el régimen saudí, bases y sus conciudadanos, tendrán que pagarla muy caro.

Las amenazas más tensas se vivieron en plena administración de Reagan, quien declaro que los EE.UU no permitirían que ningún aventurero movimiento de revolucionarios intentara derrocar al monarca saudí, otro gobierno como el iraní no están dispuestos a permitirlo, este, es parte del plan saudí, comandado desde El Pentágono.

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